El plato, esa vasija, cuenco o escudilla ha tenido desde siempre dos grandes misiones en nuestras vidas, la primera y más importante – gracias a la cual estamos hoy aquí sanos y salvos – nos ha permitido evolucionar y alimentarnos de una forma menos salvaje que el resto de los animales. Hemos aprendido a cocinar, a racionar y a confeccionar una dieta que nos permitiera desarrollar la actividad necesaria en cada momento.
La segunda misión del plato, en la que nos centramos hoy, ha sido la de convertirse en objeto de diseño, de arte, de adorno y de representación de la cultura de cada lugar, clase social y tiempo. Pero nosotros vamos a centrarnos en nuestra corta historia, casi quince años ya – se dice pronto-, como estudio de fotografía gastronómica, en la que hemos visto cambios significativos en los platos utilizados en nuestras producciones fotográficas que, después de cientos de miles de disparos de cámara, con seguridad son una buena muestra de lo que ha ocurrido en estos últimos 15 años. Veamos…
Clásicos de los 90’s. Si, aquellos platos que salían en las revistas de cocina más prestigiosas, qué recuerdos…
Nuestra famosa y mundialmente reconocida paella. Si, hemos elegido esta fideuá para dejar claro que el recipiente se llama paella y no paellera, que ésta última hace referencia a la señora que la hace.
La base de piedra negra. Decidnos, ¿Quién no ha tomado un pincho, una tosta, un trocito de carne en una base de piedra negra.
Cualquier cosa vale. Llegó un momento en que emplatábamos en cualquier cosa que encontrábamos, y los azulejos -somos un país muy azulejero- pues también valían, en este caso, emplatamos en esta bonita bandeja de azulejo un fantástico bocata de solomillo ibérico.
Comida en vasitos. Parece que fue ayer pero hace ya años que venimos utilizando este fantástico recurso para emplatar tapas o platos en miniatura. Esta moda se extendió como una pandemia. No había boda sin vasitos, ni gastrobar sin vasitos, ni cena guay en casa de tus colegas sin vasitos. Hasta el bar de mi pueblo te daba los altramuces en vasitos…
Comida emplatada en tenedor o cuchara. Ese bocado divino, todo bien colocado, con el appetite appeal al rojo vivo, ñam. Este es un recurso muy utilizado en fotografía de packaging.
La moda de emplatar en latas de conserva. Otro gran descubrimiento. Si lo de la concha de la vieira funciona, haya vieira o no, lo de emplatar en latas de conserva tuvo su momento. No era practico pero si ayudaba a potenciar el posicionamiento del plato, la conserva de calidad como base.
La japomanía. Curiosamente la comida japonesa es una de las que más similitudes tiene con nuestras tapas, por eso los japoneses aman nuestras tapas y nosotros amamos todo lo que tenga que ver con japón. Bueno, todavía hay gente que relaciona comida japonesa con comida cruda, pero eso se supera.
Los platos de colores. No se si fue por culpa o gracias a la serie “Cuéntame lo que pasó” o por el Zara Home o por las dos cosas, pero hubo un momento en el que cuando íbamos a comprar platos nos encontrábamos con un inmenso mar de colores.
El archi-utilizado plato blanco cuadrado. Os podemos asegurar que no había briefing fotográfico que no incluyera las palabras “plato blanco cuadrado” allá por el 2005. Y seguro que recordáis anécdotas en restaurantes con grandes platos cuadrados y poca comida, ¿recordáis?
El estilo neorural. En la actualidad, lo rural está de moda pero eso si, con un estilo cuidado y trendy. Así es como inspiramos a los urbanizas a cocinar platos tradicionales.
Las conservas y el hazlo tu mismo. Como contrapunto a una vida llena de estrés y una alimentación descuidada, la tendencia del haztelo tu mismo está pegando fuerte. Aprendemos a hacer pan, conservas, patés, pasta fresca, salsas, mermeladas, chutneys… Nos gusta esta tendencia, ojalá perdure y ayude a que no perdamos nuestra cultura de cocinar en casa.
Las influencias étnicas. Nuestra cocina se abre al mundo, se deja influir por los sabores y aromas de otras culturas. Esto nos permite dar un toque y aventurarnos a evolucionar los platos que cocinamos habitualmente. Un guiso de patatas con cordero puede convertirse en un viaje a un lugar lejano utilizando especias y unos cuencos apropiados.
Lo último, lo naturalmente cuidado. Cuidar al máximo los detalles para que el momento que fotografiamos parezca lo más natural posible. Un estilo que tiene que ver con las tendencias actuales en alimentación (cultura bio, proximidad, mercados…). Un estilo que huye de lo sofisticado pero que cuida los detalles para destilar naturalidad y cotidianidad.
Y es que en fotografía gastronómica el plato como recipiente tiene mucha importancia, elegir bien el soporte sobre el que irá el alimento para que luzca en la foto es una de las piezas fundamentales en la preparación de cualquier proyecto de fotografía gastronómica.
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